LA CREACIÓN DE UN SISTEMA SANITARIO NACIONAL INCLUSIVO E IGUALITARIO FUE UNA DECISIÓN POLÍTICA DEL PSOE
Hoy
se cumple 30 años de la promulgación de la Ley General de Sanidad en 1986. Una
ley que no se limitó a desarrollar el artículo 43 de nuestra Constitución, estableciendo
un sistema prestacional universal, sino que su artículo 3 estableció que la política
de salud debería estar orientada a la superación de los desequilibrios
territoriales y sociales, lo que convirtió esta ley en un potente instrumento
de justicia social, contribuyendo de forma decisiva a la reducción de las
desigualdades lograda en la década de los 80.
Con
este aniversario el PSOE ha publicado un Manifiesto, donde se reitera en su
compromiso por un sistema sanitario público e inclusivo, desbastado por los
recortes realizados por las políticas de ajuste del PP, que publicamos a
continuación.
El 25 de Abril de 1986, hace hoy 30
años, se dio el primer paso en la construcción del Sistema Nacional de Salud
español. Con la promulgación de la Ley General de Sanidad 14/1986 se
establecieron las bases de lo que sería uno de los más importantes logros de la
reciente historia democrática a juicio de la ciudadanía, si tenemos en cuenta
la importancia que le otorgan en su bienestar, la satisfacción confesada con el
servicio y el mayoritario rechazo a los recortes, expresado en todas las encuestas.
Una ley que tiene por objeto dar
cumplimiento al mandato constitucional de protección a la salud recogido en el
artículo 43 de la entonces reciente Constitución Española.
Y lo hizo de forma que supuso una
auténtica revolución en el concepto de la protección integral a la salud, en
las condiciones de prestación con carácter integral y de acceso como derecho de
ciudadanía y de igualdad efectiva.
Pero no se limitó a establecer un
sistema prestacional universal, en su artículo 3 estableció que la política de
salud debería estar orientada a la superación de los desequilibrios
territoriales y sociales, lo que convirtió esta ley en un potente instrumento
de justicia social, contribuyendo de forma decisiva a la reducción de las
desigualdades lograda en la década de los 80.
Fue, por tanto, la decisión política
de un Gobierno socialista con un Ministro de Sanidad histórico, Ernest Lluch,
quien plasmó el mandato constitucional de protección a la salud como un
elemento básico en el bienestar individual y de justicia social, como demuestra
el reciente informe de la Fundación Bertelsmann.
Si es obligado recordar que la
iniciativa política se debió a la firme voluntad de un Gobierno socialista, en
igual medida es de justicia reconocer que tanto en la concepción como en su
implantación, resultó decisiva la participación activa e implicación de un
amplio colectivo de profesionales sanitarios cuyas aspiraciones y anhelos
confluyeron con la política diseñada.
La Ley General de Sanidad inició y
puso las bases políticas y legales para construir un sistema de salud de
cobertura universal, público, de calidad, acceso gratuito y coordinado. Un
sistema que hoy sigue vigente porque compagina los valores de equidad para toda
la ciudadanía y de financiación solidaria basada en impuestos, dentro de un
sistema de organización federal profundamente descentralizado en su gestión
política y administrativa.
Son los gobiernos de las Comunidades
Autónomas quienes tienen ahora la responsabilidad de dirigir y dar respuesta a
los objetivos de mejora de salud de la ciudadanía, y de rendir cuentas ante su
ciudadanía y sus parlamentos. Entre todos, profesionales, ciudadanía y
Administraciones, han hecho de la sanidad pública uno de los grandes éxitos
colectivos de la sociedad española. Un sistema que sitúa a España entre los
mejores países de Europa en resultados de salud, en eficiencia y también en
calidad técnica y capacidad de innovación e investigación.
La Ley General de Sanidad ha sabido
superar a lo largo de estos 30 años las resistencias que mostraron algunos
sectores conservadores que veían sus estatus amenazados, en alguna medida unido
al papel obstruccionista de algunos partidos. Su progresiva implantación, la
satisfacción de la ciudadanía y las oportunidades para los profesionales y las
profesionales han logrado el consenso que hoy afortunadamente conocemos. Hoy la
sanidad pública española cuenta con el respaldo unánime de la población y de
sus profesionales.
A pesar de lo cual hace tan solo 4
años, el Partido Popular quebró por decreto (RDL 16/2012) este consenso social
y profesional, expulsando de la atención sanitaria a cerca de un millón de
personas y estableciendo barreras económicas y copagos a la atención sanitaria
y farmacéutica. Los gobiernos socialistas en las Comunidades Autónomas han
tomado medidas inmediatas para paliar este decreto regresivo.
Pero merecen un reconocimiento
especial los profesionales y las profesionales que, día tras día, denuncian y
buscan soluciones voluntaristas para evitar en sus consultas los efectos más
graves de la desprotección sanitaria. Desde el Partido Socialista nos
felicitamos porque hoy el Sistema Nacional de Salud español es uno lo de los
grandes logros de la sociedad española.
Estamos orgullosos de haber
contribuido a ello, pero somos también muy conscientes de sus desafíos. Por
eso, hoy, que se cumplen 30 años de este gran logro, el Partido Socialista
renueva su compromiso con la sanidad española y los valores de solidaridad y
equidad a los que responde. Para empezar, queremos restituir la ciudadanía
sanitaria universal, igual para todos y todas, sin excepciones ni privilegios,
como un derecho ligado a la condición de ciudadanía o residencia.
Para ello:
Queremos que la protección a la salud
se incluya como derecho subjetivo en la constitución y que se establezca el
mecanismo que garantice su financiación suficiente para que no vuelva a ser
posible dar un paso atrás.
Queremos dotar al Sistema Nacional de Salud de estructuras de buena gobernanza y cooperación entre autonomías para mejorar su calidad, y hacerlo más eficiente, más ético y transparente.
Queremos hacer más real la igualdad,
empezando por asegurar la suficiencia financiera en todos los territorios y
reducir las diferencias y barreras en las condiciones de acceso.
Y queremos modernizarlo, porque la
solución a los retos de la innovación terapéutica, el envejecimiento saludable
y la cronicidad requieren el compromiso y los recursos para la renovación
tecnológica, el desarrollo profesional, la investigación y la transformación de
los procesos asistenciales.
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