En el post
de hoy, nos hacemos eco de los datos de la amplia Encuesta pre-electoral
realizada por el Grupo de Estudio sobre Tendencias Sociales (GETS) para la
revista TEMAS, publicada en su número 22811/2013, que indican que en España se
está produciendo en estos momentos un vuelco político.
El
elemento más significativo de este cambio es una importante caída de los apoyos
electorales potenciales del PP, que se añaden a una erosión que se viene
detectando desde hace más de un año y que está dando lugar a que este partido
haya sido abandonado por la mitad de los españoles que apoyaron las candidaturas
populares en las últimas elecciones generales, celebradas en marzo de 2011, es
decir, hace poco más de dos años. De forma que si se celebraran elecciones en
estos momentos el PP podría tener menos del 29% de los votos, en la hipótesis
más optimista.
Un
proceso tan intenso y tan rápido de caída electoral potencial –con pérdida de
más de 15 puntos- tiene pocos precedentes en la sociología política y, de continuar
así en los próximos meses, podría llevar al partido actualmente en el Gobierno
a niveles críticos, que algunos analistas empiezan a comparar con el desplome
que sufrió la UCD a principios de los años ochenta. A pesar de que entonces
dicho partido parecía una organización política que no sólo estaba
razonablemente asentada, sino que también detentaba el Gobierno de España y
contaba con un amplio respaldo mediático.
Por
lo tanto, si el Gobierno del PP no rectifica su impopular línea de gobierno y
si no obtiene resultados tangibles e inmediatos en una serie de ámbitos
estratégicos especialmente sensibles para la opinión pública –y también para
buena parte de sus votantes de 2011-, como el empleo, la calidad de vida y los
servicios sociales, no es improbable que acabemos asistiendo a un sonoro
derrumbe electoral.
En
paralelo al desplome del PP, los datos indican que el PSOE está remontando de
manera apreciable, pudiendo llegar a obtener un 35/36% de los votos, aún en un
contexto de previsible incremento de la abstención y de incidencia del caldo de
cultivo de la anti-política. Si nos atenemos únicamente a la intención
declarada de voto, el partido socialista podría llegar a situarse en la
frontera del 40%.
En
contraste con otros procesos de alternancia político-electoral que se han dado
antes en España, en esta ocasión las caídas electorales del PP no se están
traduciendo, de manera simultánea y automática, solamente en unos ascensos del
PSOE equiparables. Es decir, el llamado “efecto balancín” que daba lugar a que
uno de los dos grandes partidos solía subir bastante cuando el otro partido
principal bajaba, ahora no se está dando de manera automática, y el PSOE sólo
rentabiliza una parte de la caída del PP.
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