Fragmento del discurso pronunciado el 26 de marzo de 1933 en el Teatro María Guerrero, de Madrid, para conmemorar el 50 aniversario de la muerte de Carlos Marx. Es sin duda uno de los textos más importantes de la producción teórica de Besteiro.
EL PELIGRO DEL REFORMISMO
Se aduce que los socialistas desde el Poder, en Alemania, en Inglaterra, y en Rusia los blocheviques, en España misma, han hecho leyes favorables para la clase obrera, y es verdad. Es verdad; pero es que el Socialismo y un gobierno de participación socialista o un Gobierno socialista, estando en el oficio, en el cumplimiento de la función de gobernar, pero no propiamente en el Poder, como estaba el primer Gabinete Mac-Donald; un Gobierno en esas condiciones, que haya en Inglaterra los subsidios al paro o las reformas de enseñanza, y en España la fecunda legislación social que gracias al ministro de Trabajo socialista tenemos, puede gobernar siendo fiel al Socialismo, pero moviéndose dentro de los límites de un Socialismo puramente reformista; y si el Socialismo toma este aspecto única y exclusivamente reformista, entonces ha triunfado la teoría de Bernstein en la práctica del Partido, aunque no deba triunfar por su contradicción con los hechos, y no beneficiará a las nuevas masas proletarias que se van formando día por día, en virtud del cumplimiento en gran escala de las leyes establecidas por MARX; esos proletarios nuevos arrancados al cultivo de la tierra que ya no solicita sus brazos; arrancados a la fábrica que despide obreros. Esos proletarios que antes eran estudiantes o abogados, de profesiones liberales, hombres de la clase media, que se han visto de pronto reducidos a la condición proletaria… Esos no se pueden conformar con un Socialismo reformista. Y el conflicto que surge aquí si el Socialismo no se afianza en los principios de MARX. Si toma prematuramente el camino de las responsabilidades del Gobierno o si lo acepta por obligación, como queráis, el peligro se introduce cada vez más por la vía del reformismo; y el reformismo le aparta indefectiblemente de las masas cuya inteligencia no está todavía despierta, cuya conciencia obrera no está esclarecida, pero que tiene una pasión revolucionaria que nosotros debemos cuidar, atrayendo a esos hombres a nuestras filas como garantía de su triunfo y del nuestro. Y ésta es la complicada y trágica situación del presente, compañeros. Ni intento yo siquiera describir la situación económica y social por la que atraviesan actualmente Europa y América. Es demasiado complicado para mí. Pero, en fin, todos lo habéis visto.
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EL CASO DE INGLATERRA
Ved lo que ha pasado en Inglaterra. Era un socialista ministro de Hacienda, Snowden. Y como los socialistas, gobernando en los países de estructura burguesa, no poseen las palancas verdaderamente del Gobierno, la Bolsa y la Banca ejercieron sobre él una enorme sugestión. Hicieron creer a Snowden que la salvación de Inglaterra estaba en una economía de sacrificios encaminada a restablecer el patrón oro, es decir, a poner la libra a la par con el oro, en la proporción que había estado antes de la guerra.
Snowden sabía que aquello iba a producir grandes trastornos, grandes perturbaciones en la vida económica y política de Inglaterra; pero creía que era una operación quirúrgica que había que realizar. Desde que se niveló la libra, si bien los que poseían valores industriales o rentas del Estado vieron aumentada su riqueza, en cambio se produjo una contracción industrial. Se empezaron a cerrar fábricas, industrias textiles, del carbón, metalúrgicas, de la construcción de barcos, etc.
E Inglaterra, el país poderoso, el que blasonaba de tener los obreros mejor tratados de todo el mundo, vio abandonadas a las masas, sin tener un pedazo de pan que llevarse a la boca. Y quedaba un país de oro, esplendoroso de prosperidad: los Estados Unidos. Allí se llevó a la práctica el plan capitalista de la producción en gran escala y la racionalización industrial. Se trataba de producir mucho a bajo precio economizando la mano de obra. Y a base de este desarrollo espléndido, aquella industria se encontró con que, por la crisis de Alemania, de Inglaterra, de Rusia, y por la misma situación de América, no tenía mercados para absorber su fabricación. Y por esta circunstancia se encontró también con millones y millones de obreros parados. ¿Se puede soñar una situación más revolucionaria que ésta? Nunca se pudo pensar que desarrollo de este proceso del capitalismo llegase a una situación más trágica y revolucionaria que la que actualmente presenta el mundo. Naturalmente, hacen falta hombres que hagan frente a estas necesidades. Todo son conflictos. ¿Cómo lograremos salir de esta situación? He aquí un caso en el que hay que considerar la necesidad y la eficacia de actuar según los principios marxistas. Con la teoría del complejo psicológico de inferioridad; con recetas teológicas; con evocaciones de sentimientos místicos, trasunto de tiempos remotos, que ni siquiera sirven ya para dar valor y prestancia a las personalidades individuales, que convierten las vibraciones íntimas de la conciencia en pregón de vanas superioridades; con apelaciones desesperadas a los viejos resortes jacobinos que la transformación de los tiempos han hecho ineficaces, por ninguno de esos caminos se llegará a la meta anhelada.
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