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REPORTAJE: Naves de Renfe de San Jerónimo. Veinte años de despropósitos

Poco se imaginaba la dirección de la compañía de ferrocarriles MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante), cuando decidió ordenar la construcción de los talleres en San Jerónimo como parte de un ambicioso plan con ocasión de la Exposición Iberoamericana de 1929, que casi ochenta años después se convertirían en uno de los proyectos urbanísticos más complejos y controvertidos. Si las conocidas “naves de la Renfe” de San Jerónimo llegaron a este barrio de la mano de un acontecimiento internacional, con otro, la Exposición Universal de 1992, perdería su función y con ello comenzaría una larga travesía de salvación que aún no ha finalizado.

La gran reforma ferroviaria de Sevilla de los años ochenta, que supuso la desaparición de la Estación de Córdoba por la construcción de una estación ferroviaria central en el Prado de Santa Justa y la consiguiente  recuperación de la rivera del Guadalquivir con el levantamiento de las vías ferroviarias paralelas a la calle Torneo, dejaron sin utilidad el Depósito ferroviario de San Jerónimo, una de las instalaciones ferroviarias más importantes de Andalucía, con 38 vías bajo cubierta, la única  rotonda completa de la región, talleres de vehículos,  una escuela y talleres de formación, así como talleres de forja y calderería.

Ello llevó a la demolición de casi todas las instalaciones, excepto las dos naves adosadas, que habían sido los talleres, por su importancia arquitectónica, ya que era “uno de los escasos ejemplos de arquitectura industrial con rasgos modernistas que se conservan en un enclave urbano. A lo que cabría añadir que es el único elemento que permanece de lo que fuera un complejo industrial ligado al ferrocarril, en un sector caracterizado precisamente por esta presencia tan significativa, siendo determinante en su evolución”. Y por ello fueron catalogadas y protegidas urbanísticamente.

Las naves como instalaciones deportivas de atletismo

Pero aún tendrían que pasar varios años, para que los terrenos ferroviarios liberados al norte de la SE-30 adquirieran su actual fisonomía. Exactamente hasta 1995, cuando se aprobó el Plan Parcial “Alamillo-San Jerónimo” durante el mandato del alcalde andalucista Alejandro Rojas-Marcos.

Este Plan, consecuencia del acuerdo con Renfe que reorganizaba toda la antigua zona ferroviaria, permitía la nueva ordenación de diecinueve  hectáreas propiedad del Patrimonio Municipal, de las cuales el ochenta por ciento del suelo se dedicaba a instalaciones deportivas y educativas, servicios de interés público y social y zonas verdes, y el veinte por ciento restante de suelo residencia, para construir un total de 1.050 viviendas. Durante su presentación ante las entidades ciudadanas de San Jerónimo en enero de 1995, Rojas-Marcos destacó “el mantenimiento de las naves de RENFE y reutilización de las mismas para uso deportivo”.

Con esta decisión, que se mantendría durante el mandato de la alcaldesa del PP, Soledad Becerril, las “naves de Renfe” se convertirían durante años en un proyecto deportivo, hasta el punto que a principios de 1997 se afirmaba, por parte del Instituto Municipal de Deportes, que “Las naves propiedad de la Renfe que se ubican en la barriada de San Jerónimo serán remodeladas para su conversión en pista cubierta de atletismo, orientándose su uso especialmente hacia los atletas hispalenses, quienes, de esta forma, no volverían a verse en el trace de carecer de una instalación donde ejercitarse dignamente”.

Poco después, el delegado municipal de Deportes Juan Ortega, detalló el proyecto afirmando que “estas naves, donde estuvieron en su día los talleres de Renfe y que deben ser mantenidas por su catalogación, están rodeadas de unos terrenos que serán también utilizadas como equipamiento exterior de la propia instalación. En el interior de la nave se instalará una pista fija de atletismo de cuatro calles y doscientos metros de cuerda y otra de sesenta metros, con seis calles para la velocidad. Además, dispondrá de distinto equipamiento necesario para el atletismo, sala de musculación y otros deportes. En el exterior se situarán pistas de calentamiento y una piscina”.

En 1998, un año después, aún gobernando Soledad Becerril, el ayuntamiento anunciaba que “Las antiguas naves de  Renfe en San Jerónimo se convertirán en un complejo deportivo con especial atención al atletismo” poniendo fecha al anunciar que “podrían iniciarse este mismo año”.

El proyecto de convertir las Naves de la Renfe en un equipamiento deportivo de atletismo se mantendría durante el primer mandato del socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, coaligado con el Partido Andalucista. En 1999, el delegado de deportes, Juan Ortega, se mostraba doblemente satisfecho durante la presentación de la piscina Blancanieves: “Cuando llegué me marqué una serie de objetivos que eran recuperar todos los recursos que estuvieran paralizados, como piscina Sevilla, las naves de Catalana de Gas, los (sic) instalaciones de Renfe en San Jerónimo. Muchas ya son realidad.” Evidentemente, las Naves de la Renfe no era una de ellas.

La hora de la ciudad del empleo

El segundo mandato de Alfredo Sánchez Monteseirín supuso el cambio de socio de gobierno y la salida del Instituto Municipal de Deporte del equipo andalucista, máximo defensor de convertir las Naves en instalaciones deportivas. Este hecho, junto a la imposibilidad de acometer en solitario la importante inversión que requería las instalaciones de atletismo, dejó el proyecto en el aire.

Aún en 2003, durante la tramitación del nuevo PGOU, el Partido Popular proponía “ubicar una instalación deportiva en el antiguos (sic) solar de Tussam en el Porvenir o en las antiguas naves de Renfe en San Jerónimo”.

Pero ante la imposibilidad de disponer de recursos propios suficientes, se decide por parte del segundo gobierno de Alfredo Sánchez Monteseirín que el nuevo PGOU cambie el destino de las antiguas parcelas de Renfe. Y a mediados de 2005, el Ayuntamiento de Sevilla firmó un convenio con el Ministerio de Trabajo, para crear la llamada “Ciudad del Empleo”.

El acuerdo consistía en que la Gerencia de Urbanismo cedería al Ministerio tres parcelas de su propiedad con una superficie total de 12.433 metros cuadrados donde se construirán las nuevas sedes de la organización empresarial y de los sindicatos UGT y CCOO, valorándose la plusvalía de la recalificación en 9 millones de euros. A cambio, el Ministerio, propietario de las Naves, las rehabilitaría y urbanizaría el entorno con esos 6 de los 9 millones y se la cedería al Ayuntamiento. Por su parte, la Ciudad del Empleo se construiría con la venta de los edificios de CCOO y UGT, que son patrimonio sindical aunque gestionado por el Estado.

Pero diferentes problemas, además de la llegada de la crisis, hicieron inviable su construcción. Aún así, el portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, aún pedía en abril de 2010 exigía la construcción de la prometida Ciudad del Empleo, ya que consideraba que se trataba de “una iniciativa que revitalizaría la zona y evitaría su degradación”.

Las naves “okupadas”

El Plan Parcial de 1995 había previsto hasta un total de 1.050 viviendas que fueron construyéndose a partir del año 2000, mediante promoción pública en régimen de protección oficial, entre la avenida de San Jerónimo y José Galán Merino. Dichas viviendas se fueron terminando y  entregando, siendo ocupadas por nuevos vecinos y vecinas de la ciudad, en los años siguientes.

Así, las naves pasaron de ser un espacio lejano de los núcleos urbanos, a situarse a un tiro de piedra de los nuevos edificios, con lo cual el abandono de los mismos comenzó a convertirse en un problema social y político. A esta situación se añadió la llegada de los nuevos inmigrantes, ciudadanos europeos de antiguas repúblicas del este que vieron en las naves una oportunidad de alojamiento. El enfrentamiento era inevitable.

En 2009, los nuevos vecinos y vecinas de los edificios de San Jerónimo-Alamillo comenzaron a exigir de la corporación municipal que “se tapie el recinto ante su continua invasión por chabolistas”. Esta circunstancia fue aprovechada por grupos de la ultraderecha y de la prensa conservadora de la ciudad como ariete contra el gobierno PSOE-IU, utilizando el término erróneamente el término “okupa” a las personas inmigrantes que habían hecho de las naves su casa.

El conflicto se fue incrementando según se iban acercando las elecciones municipales de 2011, llegando a ser reiterativas las noticias sobre las naves, en términos alarmantes como “un foco de infección y delincuencia”, “drogadictos y maleantes” o “drogadicción, delincuencia y trapicheos”, pidiéndose reiteradamente su demolición para evitar el asentamiento chabolista, como en las declaraciones de un dirigente vecinal en marzo  de 2011: “Lo que queremos es que se desmantelen las naves, se derriben o se haga algo realmente efectivo y útil con ese recinto y sus terrenos”.

La propuesta “Zoido”

Si el Partido Andalucista, coaligado con el Partido Popular, había tenido su propuesta para las naves como instalación deportiva, y el Partido Socialista Obrero Español en coalición con Izquierda Unida tuvieron la  suya como ciudad del empleo, Juan Ignacio Zoido no podía ser menos.

Así que en abril de 2011 presentó un proyecto aún menos ambicioso en lo económico pero posiblemente el más innovador y social, que aunaba colaboración público-privada, autogestión, sostenibilidad y, como afirmó el candidato del PP, una “solución temporal que, ante la crítica situación del Ayuntamiento, permitiría dar uso a un espacio abandonado hace 20 años y en el que el actual gobierno PSOE-IU no ha logrado sacar adelante su proyecto de ubicar allí la “ciudad del empleo”.

El proyecto consistía en adecentar los edificios, reparar sus cubiertas instalando placas solares que generarían un retorno económico, y ocupar su interior de contenedores, como un barco varado en tierra, que servirían de habitáculos para emprendedores y uso social. En total se preveía un presupuesto de crisis de tan sólo 500.000 euros. “La idea de Zoido” se publicó en la prensa de abril de 2011 “es empezar los trabajos de forma inmediata si llega a la Alcaldía, es decir por el mes de julio, por lo que el proyecto estaría terminado a final de año o principios de 2012. Para entonces una de las naves se habría convertido en un vivero de empresas y la otra en un espacio para los vecinos, en los que se instalarían desde talleres hasta una biblioteca, dependiendo de las necesidades”. Lo atractivo de la propuesta, su viabilidad y la posibilidad de acabar con la acampada de “sintechos”, generó un apoyo social en la zona y pareció que se convertiría en la solución definitiva.

Pero dejaba sin definir el destino de las parcelas que rodeaban las Naves y que en el proyecto último de Alfredo Sánchez Monteseirín estaba destinado a los edificios que sería las nuevas sedes de empresarios y sindicatos.

Aunque pronto, muy pronto, se volverían a torcer las circunstancias. Solo un mes después, a mediados de mayo de 2011, el aún candidato Juan Ignacio Zoido incluía a las naves en la colaboración público-privada exclusivamente empresarial. Decisión que se confirmaría después de las elecciones cuando se incluyó el proyecto de San Jerónimo en un macropaquete de inversiones de 800 millones de euros, tal y como expuso, el ya alcalde de Sevilla, en un foro de la patronal de la construcción Gaesco. Lo que iba a ser un proyecto de gran contenido social y autogestionario quedó reducido a una operación inmobiliaria con claros tintes mercantilista.

Por ello, el PSOE presentó al Pleno Municipal una moción que finalmente fue aprobada por unanimidad el 28 de octubre de 2011, en la que se pedía la rehabilitación de las naves para convertirse en una incubadora de empresas junto la exigencia que se contemplaran las partidas presupuestarias correspondientes en 2012.

Evidentemente, las obras no se iniciaron en julio como había prometido Zoido antes de las elecciones ni como había pedido el PSOE. Y cuando el delegado del Distrito Norte, Juan García Camacho, convocó a las asociaciones y partidos políticos del barrio el pasado día 14 de diciembre de 2011, no defendió el proyecto de Zoido. Había pasado al museo de los proyectos fantasmas junto a las instalaciones de atletismo del PP y la ciudad del empleo del PSOE-IU.

Vuelta a empezar

Pasada las Elecciones Municipales del 22-M y el verano de 2011, la situación social en la zona, lejos de mejorar, empeoró bruscamente. En el fin de semana de diciembre en el que se celebraba la Copa Davis 2011, unos vecinos denunciaban con un reportaje fotográfico que, además de la tradicional ocupación de las naves, un grupo de personas había  comenzado a desmontar parte de la techumbre metálica de las naves, posiblemente para su venta como chatarra. El ayuntamiento no dio respuesta a la denuncia remitida a Zoido vía twitter, y la Policía Local no apareció, y el saqueo de las naves continuó ante el silencio municial.

Diez días después, se celebró la reunión convocada por el delegado del Distrito Norte, a la que estaba convocadas asociaciones sociales y vecinales, partidos políticos y algunos técnicos y especialistas. Ante la falta de propuestas del gobierno municipal, el desconcierto fue manifiesto. Al actual ritmo de desmantelamiento de las naves, en pocos meses no habrá nada que rehabilitar, y San Jerónimo habrá perdido el último eslabón que le une a su pasado ferroviario.

Paradojas de la vida, en un lejano 1958, las naves de Renfe y su entorno ya fueron noticia por un hecho similar. ABC publicó el 16 de agosto de dicho año la siguiente noticia: “LADRONES DE CHATARRA. Los hermanos P. y J. G. G. han sido detenidos por las fuerzas de la Guardia Civil del Grupo de Investigación de la Renfe, como autores de importantes sustracciones de chatarra del depósito de San Jerónimo, que luego vendías en distintos establecimientos de la ciudad.” Porque el problema verdadero de las naves de la Renfe no es de ahora, es el problema de siempre: marginación, pobreza, abandono de las políticas públicas.

En la prensa de hoy 18 de diciembre de 2011, la Gerencia de Urbanismo destapa el proyecto para las parcelas que con Rojas Marcos y Becerril iban a ser destinada a equipamiento deportivo, y con Sánchez Monteseirín ocuparían los edificios de empresarios y sindicatos: cederlas a la Universidad de Sevilla para residencia. Otra patada hacia delante, ya que la Hispalense tiene los mismos problemas económicos que la corporación municipal.

La relación de los sucesos entorno a las naves de la Renfe de San Jerónimo no puede ser más deprimente. No han faltado proyectos, pero sí capacidad de gestión y voluntad política. Y ha sobrado mucha demagogia, tanto de los partidos gobernantes como de la oposición, tanto de los medios de comunicación como de entidades ciudadanas. Los vecinos y las vecinas de San Jerónimo, La Bachillera, Huerta del Sol pero especialmente de San Jerónimo-Alamillo tienen el derecho a mejorar su calidad de vida sin unas instalaciones que actualmente son un foco de inestabilidad e intranquilidad.

Los y las ciudadanas le han dado una amplísima mayoría absoluta a Zoido para gestionar la ciudad durante los próximos cuatro años y debe abandonar la demagogia que ha utilizado para llegar hasta Plaza Nueva. Ahora es necesario que el gobierno municipal del PP diga la verdad y presente un proyecto realista, a corto plazo, que sanee la zona, consolide el edificio y evite la marginalidad en su entorno. Es necesario que el delegado del Distrito Norte tenga capacidad de liderazgo para consensuar la propuesta. Y los partidos políticos de la oposición deben contribuir a transmitir confianza y sosiego a sus vecinos. Veinte años de zozobra son suficientes.

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