GÓMEZ LLORENTE: EL SOCIALISMO SURGE PRECISAMENTE DE LA CRÍTICA AL CONCEPTO LIBERAL DE LA LIBERTAD POR CUANTO ÉSTE SE REDUCE A ESA FORMA DE DEMORACIA FORMAL
La Escuela de Estudios Sociales y Políticos José Llavador Mira recupera un texto del socialista Luis Gómez Llorente, corresponde a su intervención en 2001 en el 20 aniversario de Izquierda Socialista y que ha editado en su Biblioteca Política de Textos Básicos.
Gómez Llorente, fallecido en este mes de octubre de 2012, fue un teórico de Izquierda Socialista, corriente organizada en el seno del PSOE. Licenciado en Filosofía, fue docente de la antigua Universidad Laboral de Alcalá de Henares y varios Institutos de bachillerato. Gómez Llorente defendía un modelo inédito de socialismo, el socialismo autogestionario, que propiciase un bloque social de progreso con otras fuerzas de izquierda y que definiera una política exterior neutralista para España. Fue además historiador del movimiento obrero y socialista, con obras como Aproximación a la historia del socialismo español (hasta 1921), Rosa Luxemburgo y la socialdemocracia alemana y Apuntes sobre el movimiento obrero. También fue autor del libro Educación pública. Aquí transcribimos fragmentos del mismo, que se puede conseguir escribiendo a escuela.jlm@gmail.com
Esperáis probablemente que diga algo sobre el socialismo puesto que sino carecería de sentido comparecer en esta reunión, pero me perdonareis que no pronuncie palabras circunstanciales, porque acerca de la circunstancia política inmediata cualquiera de vosotros que estáis activos en la acción política cotidiana, y en la vida orgánica del Partido, sabéis mil veces más que cuanto yo pudiera deciros.
Dedicaré en cambio los minutos restantes de esta breve intervención a reiterar cuatro ideas que son signo de nuestra identidad colectiva.
Acaso este testimonio pueda servir como un punto de referencia más en vuestras reflexiones. Al fin y al cabo, saber dónde estamos ahora cada uno también dice algo de la trayectoria de la Corriente en su conjunto.
Mirad: Pablo Iglesias creó dos organizaciones con un solo y el mismo fin: la emancipación de la clase trabajadora. Estas son el Partido Socialista Obrero y la Unión General de Trabajadores. Tan socialista se es luchando por aquel ideal en el Partido como en la Unión.
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Hay un motivo por el que los socialistas de viejo cuño nos sentimos muy a gusto en los sindicatos: Los partidos pueden evolucionar hacia el interclasismo, y hacia una praxis política contemporizadora con los poderes económicos, así como con la estrategia internacional de las potencias hegemónicas, y a veces -preciso es reconocerlo- no tienen otra alternativa. (Son los condicionantes de una estrategia que pugna por ser mayoría en la democracia liberal parlamentaria). Pero los sindicatos son siempre, por definición, organizaciones de la clase trabajadora. Son inexorablemente y mientras existan, los más legítimos herederos y continuadores de cuanto significa en la historia el Movimiento Obrero. La tarea sindical no es otra sino la defensa de los intereses de la clase trabajadora, sea frente a la patronal, sea ante el Gobierno del Estado.
Pueden existir ciertamente sindicatos que aún siendo organismo de los asalariados, sean infieles a la solidaridad de clase, y a estos les llamamos amarillos o corporativos. Pero la UGT nunca fue corporativa; sigue siendo en eso como la creó Pablo Iglesias, un sindicato de clase al que nunca -compañeros- debemos marginar de nuestros planteamientos y de nuestras actividades.
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Un financiero inteligente y experimentado como George Soros, que no ha olvidado su formación intelectual originaria centroeuropea, no tuvo inconveniente en su más famosa obra ("La Crisis del Capitalismo Global". 1999, Pag. 136) de citar a Carlos Marx, elogiando en este punto su certera predicción de que el sistema capitalista acabaría penetrando hasta el último rincón del planeta, y hasta el último aspecto de la actividad humana susceptible de ser mercantilizado.
Y el propio Soros llama la atención sobre los devastadores efectos que para la cultura y para la moral tiene la mercantilización integral de la vida, esto es la imposición de los valores mercantiles y de las reglas del mercado como criterios superiores que de hecho rijan toda la vida social.
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Mucho debiera preocuparnos, pongamos por caso, que so capa de vincular la Universidad -sede de la investigación y formación de las élites-a la industria y las corporaciones sociales, haciendo depender la orientación de los estudios y de la investigación de los intereses y de la financiación de esas entidades extrauniversitarias, no acabe padeciendo en su más profunda esencia la autonomía universitaria entendida como garantía del libre pensamiento y de la libre investigación.
La privatización de las universidades, y de la enseñanza en general, es otro fenómeno indicativo de la sujeción del pensamiento al control de intereses particulares no siempre coincidentes, sino a veces contradictorios, con el interés general de la sociedad y de la humanidad.
Si alguien me pregunta: ¿Qué es lo diferencial específico del socialismo? Le respondería sin vacilar: LA IGUALDAD. La igualdad entendida como igual libertad para todos.
Creo que el socialismo surge precisamente de la crítica al concepto liberal de la libertad por cuanto éste se reduce a esa forma de democracia formal que consiste en la afirmación de las libertades individuales y del Gobierno representativo, garantizando la autenticidad de esas valiosas instituciones mediante la técnica de la separación de poderes.
Los grandes pensadores socialistas asumieron la reforma liberal del Estado como un paso positivo en la historia, pero fueron más allá, porque se dieron cuenta de que con eso, y sólo con eso, una gran parte de los seres humanos no son real y verdaderamente libres.
Se dieron cuenta de que la libertad real de todos exigía liberar a los ciudadanos no sólo del absolutismo, y del control eclesiástico de las conciencias, sino que era necesario liberarles también de la prepotencia patronal, y del control que el poder del dinero ejerce sobre la vida social.
Sólo mediante reformas económicas profundas, y no sólo mediante revoluciones políticas, sería posible acceder a la libertad real para todos, es decir, a la Igualdad entendida como igual libertad.
Esto es la sustancia espiritual del socialismo y su razón de ser en la historia de los movimientos sociales. Resulta ya más accidental definir cuáles y cuando son oportunas esas reformas económicas profundas.
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Nosotros por el contrario afirmamos el valor de la igualdad por encima del principio de la libre competencia a toda costa. Nosotros creemos que la posesión de ciertos bienes imprescindibles para una vida digna tiene que ser garantizados a todos, y que si esto falla, o en la medida en que falla, entra en quiebra la legitimación moral del sistema. De ahí que nos parezca tan aborrecible el actual orden mundial, y el proceso de globalización salvaje.
La libertad económica de competir no puede ser utilizada legítimamente, como ninguna otra libertad, para destruir o reducir a lo inane las libertades reales de los otros, ni para imponer la dominación despótica de unos sobre el trabajo y/o sobre la formación de la conciencia de los otros. De otro modo, carecería de sentido el contrato social, o garantía recíproca del uso de las libertades.
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El propio movimiento feminista, tan basado en la palabra igualdad, se ha orientado hacia la igualdad formal, o igualdad de derechos y obligaciones con los varones, y todos nos felicitamos de los pasos dados en esa dirección. Pero ved también que las más recientes voces en el seno mismo del movimiento feminista son las que hablan de la discriminación y del mal trato del que son víctimas las mujeres menos letradas y menos cualificadas profesionalmente, siendo su lamentable condición indiferente al género de las personas que ejercen dominación sobre ellas.
Ya dijo Rosa Luxemburgo que no habría emancipación plena de la mujer desligando su causa de la causa de la emancipación del trabajo, y que a su vez ésta difícilmente se conseguiría sin la participación activa de la mujer en el trabajo, y en la lucha por la emancipación colectiva.
No quiero cuestionar con ello el acierto feminista de haber promovido organizaciones autónomas, cuya eficacia ha quedado bien demostrada, sino señalar los límites que tiene cualquier interpretación de la igualdad solamente referida a la igualdad de derechos, si es que esos derechos no comprenden el acceso garantizado por la sociedad a las condiciones de una vida digna, y muy en particular el derecho al trabajo, así como a la indemnización correspondiente en la situación de inactividad involuntaria.
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Para concluir, si se me permite utilizar algún minuto más, diría que:
Si se me pregunta en qué ha consistido lo específico-diferencial del socialismo español, contestaría con una palabra: PABLISMO.
Si se me pregunta en qué ha consistido lo específico-diferencial del socialismo español, contestaría con una palabra: PABLISMO.
Pablismo es el estilo que infundió Iglesias a las organizaciones por él creadas. Iglesias se consideraba a si mismo un fiel marxista, pero fue sobre todo un gran humanista y un regenerador de la vida pública. Por eso lo respetaba tanto Ortega y Gasset, y por eso lo admiraba y quería tanto D. Antonio Machado.
Sus principales virtudes fueron la laboriosidad incansable al servicio de los trabajadores, su seriedad, es decir, la implacable coherencia entre lo que pensaba, lo que decía, y lo que hacía; su sereno arrojo para estar donde creía que debía estar, lo que le llevó siete veces a la cárcel. Fue laico y republicano sin estridencias. Hay que destacar su prudencia, por eso desconfiaba del mito de la huelga general revolucionaria. Sin negar que en la sociedad habría un día un corte drástico, operaba cotidianamente como un gradualista, pero sin abdicar de la meta.
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