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LA SOCIEDAD ESPAÑOLA ESTÁ PROFUNDAMENTE DESENCANTADA CON LA CALIDAD DE SU DEMOCRACIA

“Ante una situación cada vez más insostenible, la sociedad española exige cambios, exige una democracia adaptada a nuestras actuales aspiraciones de transparencia, cercanía, integridad y rendición de cuentas” Este es uno de los análisis de la situación actual que se incluyen en la llamada “Declaración de Valencia” aprobada por el PSOE.

Ayer miércoles, la Comisión Ejecutiva Federal de los y las socialistas españolas se reunieron en la ciudad de Valencia, uno de los epicentros de los escándalos de corrupción política actual, para ratificar la Declaración, que recogemos a continuación, y que incluye las 33 propuestas de regeneración política y lucha contra la corrupción que presentó el Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados el pasado mes de octubre, ofrecidas en este blog el pasado 29 de octubre.

España vive una situación de crisis en distintos ámbitos que no hace sino profundizarse ante la falta de liderazgo del Gobierno. El PSOE, consciente de la gravedad del momento y preocupado por el futuro de nuestra democracia, está contribuyendo a aportar soluciones a esta situación de bloqueo. Hoy [por ayer], en Valencia, la Comisión Ejecutiva Federal ha analizado la situación del país tras los últimos acontecimientos ligados a la corrupción y realiza la siguiente:

DECLARACIÓN POLÍTICA

I. LA CRISIS DE LA POLÍTICA

España conoció una explosión de libertad a finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado con la aprobación de la Constitución del 78 que alumbró un sistema democrático por largo tiempo anhelado.

Los más de treinta y cinco años de democracia constitucional que en España hemos disfrutado, fruto de ese proceso de consenso, han sido, en líneas generales, un rotundo éxito. El nivel de libertad, tolerancia, respeto a los derechos fundamentales, o funcionamiento de las instituciones contrasta positivamente con la historia que nos precedió y nos ha situado a la altura de otros países a los que siempre nos quisimos equiparar.

Sin embargo, por diversas razones, a lo largo de estos años, no hemos sido capaces de afrontar determinadas reformas que eran absolutamente necesarias para adaptar el sistema a los cambios sociales y políticos que se iban produciendo en nuestro país.

Debido a ello, lo que durante mucho tiempo funcionó correctamente, comenzó a dar síntomas de debilidad y, a partir de la crisis económica, determinados elementos del sistema democrático han empezado a ser percibidos de manera claramente negativa por la ciudadanía.

Efectivamente, hoy en día, después de seis años de crisis y tres años de gobierno del Partido Popular, la sociedad española está profundamente desencantada con la calidad de su democracia.

Desconfía de algunas de las instituciones, que perciben como poco transparentes y sujetas a relaciones clientelares.

Percibe a quienes les representan alejadas de sus intereses y a los partidos políticos como organizaciones cerradas, impermeables a sus demandas o, peor, incapaces de dar respuesta a las mismas en un mundo globalizado sobre el que se ha perdido el control democrático de las decisiones.

Y, sobre todo, ven con escándalo cómo los casos de corrupción asolan la vida pública, afectando a las instituciones del Estado y de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, mientras una Justicia mal financiada y dotada pobremente, tiene que hacer frente a una avalancha de casos para los que, a pesar de sus excelentes profesionales, no está en condiciones de ofrecer una respuesta rápida y ejemplar.

Esta desconfianza en la salud de nuestra democracia no es un hecho aislado y alejado de los problemas reales. La salida de la crisis, la creación de empleo, pasa por que la ciudadanía vuelva a confiar y a creer en sus instituciones. Para superar la crisis económica, social e institucional es necesario afrontar antes la parálisis política en la que está España; es prioritario que la política recupere la credibilidad.

Ante una situación cada vez más insostenible, la sociedad española exige cambios, exige una democracia adaptada a nuestras actuales aspiraciones de transparencia, cercanía, integridad y rendición de cuentas. Por eso no estamos en contra del sistema democrático ni queremos ninguna reinvención del mismo: queremos reformarlo para mejorarlo. Reconocemos los logros de la Constitución de 1978. Para consolidarlos y avanzar no creemos necesaria una nueva Constitución, pero sí una profunda reforma de la actual Carta Magna, que además de abordar la cuestión territorial y reforzar determinados derechos, suponga progresar, evolucionar y avanzar en la calidad de la democracia española.

II. REFORMAR LA DEMOCRACIA DESDE LA POLÍTICA: LIMPIEZA Y
PODER DE LA CIUDADANÍA

El PSOE es un partido responsable. Este sentido de la responsabilidad nos obliga a apostar por reformas que hayan sido previamente meditadas y cuenten con un importante respaldo político y social. Por ello, queremos la reforma de la política, pero con un objetivo claro: mejorar lo que ahora tenemos, evolucionar y avanzar.

Con esta misma rotundidad, afirmamos que la democracia representativa necesita una urgente modernización, que la haga más abierta, más transparente, más cercana, más eficaz. La democracia se ejerce a través de representantes cuyo control debe realizar la ciudadanía de forma clara y eficaz, con más participación, más transparencia, más capacidad de decisión, más influencia en el día a día de la política, todo ello con el objetivo de mejorar la rendición de cuentas.

Es la hora de abrir las ventanas de los partidos políticos, de la Justicia, del Parlamento, de las instituciones democráticas en su conjunto, para renovar la confianza de la ciudadanía en los asuntos públicos.

III. VENCER A LA CORRUPCIÓN

La democracia representativa se basa en la confianza. Y no hay arma más letal contra confianza que la corrupción.

Como es de sobra conocido, la actual situación es dramática. Se acumulan casos de enorme repercusión, que afectan principalmente al partido en el gobierno y las instituciones que controla, pero también al resto de los partidos.

La corrupción que más nos repugna es la que afecta a los que se llaman compañeros y compañeras que, con su actuación corrupta, nos mancillan. Por ello, en el nuevo PSOE surgido de nuestro Congreso Extraordinario, estas actuaciones están teniendo la respuesta más enérgica y más contundente, con independencia de a quién afecte; y así seguirá siendo en el futuro.

Entre otras cosas, porque tenemos la convicción de que solo desde la ejemplaridad podremos recuperar la credibilidad. La política debe dejar de prometer, y pasar a la acción.

IV. PARTIDOS E INSTITUCIONES PARA LA CIUDADANÍA

Los partidos políticos han tenido un gran protagonismo en el desarrollo democrático de España. No hay democracia en el mundo sin partidos políticos, que deben cumplir la función de ser la correa de transmisión entre las demandas políticas de la ciudadanía y las instituciones. Por tanto, su función es clave: si queremos una ciudadanía más cercana a la política, debemos mejorar la forma en que los partidos políticos interactúan con ella.

En España, esta relación está muy dañada. El excesivo poder que pueden llegar a acumular sus cúpulas, junto al alejamiento de sus estructuras del sentir de la ciudadanía, han alejado a ésta de los partidos, lo que repercute muy negativamente en la percepción que se tiene del funcionamiento de la democracia.

Los y las socialistas formamos un partido político: lógicamente, no pretendemos desplazar a las formaciones políticas de su papel fundamental como articuladores de la opinión y la participación política de la ciudadanía.

Pero sí planteamos que los partidos sirvan precisamente para promover y canalizar la participación de la ciudadanía y no se conviertan en un obstáculo para ello.

Por otro lado, no hay institución en España que no sufra un fuerte desprestigio. Todas ellas, desde el TC hasta el CGPJ, desde el Parlamento hasta el Gobierno, pasando también por las CCAA y los Ayuntamientos, sufren un fuerte grado de desafección ciudadana.

Para los y las socialistas, una democracia no se puede permitir el desprestigio de sus instituciones. La recuperación de su credibilidad es fundamental para el funcionamiento del sistema. El poder democrático tiene que ser fuerte frente a otros poderes.

V. CONCLUSIÓN

En la lucha contra la desafección ciudadana, el Partido Socialista tiene una enorme tarea. Sólo si la política da muestras de que es consciente de que ya ha pasado la hora de las promesas y solo vale la acción, se podrá recobrar el terreno perdido.

Un tiempo nuevo ha nacido en España. Anunciamos que somos conscientes de ello, y de que quien luche por la dignidad y la limpieza en la acción política nos tendrá a su lado en la superación de la situación de parálisis a la que los fallos del sistema, acrecentados por la enorme concentración de poder que acumula la derecha, nos han abocado. Mientras unos lo que han hecho ha sido ahondar en ese desprestigio, otros optamos por avanzar hacia una mejor democracia.

Esta es una tarea colectiva. La corrupción es un problema que tenemos como sociedad, nos afecta e incumbe a todos y a todos nos corresponde combatirla. Al conjunto de la ciudadanía y de las instituciones.

Por eso, la Comisión Ejecutiva Federal ha acordado presentar un conjunto de iniciativas legislativas que responden a nuestra determinación para vencer la corrupción y regenerar la democracia.

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