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FIRMA INVITADA: Reprogramar el PSOE para hackear el gobierno (y I), por Cesar Calderón.


César Calderón Avellaneda es director ejecutivo del Think Net Pensamiento Público-CIPP. Con estudios de Derecho, lleva desde finales de los 90 trabajando en temas relacionados con las TIC, en puestos de dirección de diversas compañías relacionadas con Internet y es Coautor de los libros "Open Government - Gobierno Abierto" (Algón Editores, 2010) y de "Manuel del e-lider" (Algón Editores, 2011).

Calderón ha publicado recientemente el artículo “Reprogramar el PSOE para hackear el gobierno” del que publicamos en este blog en tres partes. Para leerlo completo debes cliquear aquí.

Según leo en la prensa, el PSOE va a celebrar durante el otoño que está a punto de entrar, una conferencia de organización que entiendo tiene dos objetivos: El primero sin duda debe poner las bases para volver a presentarse en sociedad como opción de gobierno tras el varapalo electoral de hace unos meses, y por otro, quizá previo incluso al anterior, emprender una amplia renovación de estructuras, métodos organizativos, equipos y programas. Nadie me ha llamado a esa fiesta, pero como creo que alguien del PSOE si que lee esta bitácora, me auto-invito yo mismo con la sana intención de contribuir a ese debate con algunas ideas, a sabiendas de que este tipo de convocatorias suelen convertirse en un coro de voces -en algunos casos, quejosas, otras incluso malhumoradas- y tratando deque ese griterío se convierta en esta ocasión en una multitud de manos que se pongan ala tarea de debatir sin apriorismos y sobre todo, haciéndose cargo de la obra que la socialdemocracia española tiene por delante. Es decir, trabajando más que protestando, si ello fuera posible de una santa vez. Para empezar, quiero denunciar una de las falacias más exitosas de los últimos tiempos, aquella que dice que los partidos deben funcionar como las empresas privadas, prima hermana de esa otra que defiende que la economía de un país es homologable a la economía doméstica de una familia. Dos ideas que a pesar de ser groseramente falsas forman ya parte de un imaginario colectivo cada vez más reducido a “lugares comunes”.

No, no creo que un partido político deba funcionar como una empresa privada, ni siquiera en el caso de que nos refiramos a una empresa tecnológica, los me todos organizativos de una empresa, sus objetivos, sus métodos de selección de dirigentes y sus incentivos son tan absolutamente antagónico, que si alguien optase por hacer convivir esas dos culturas, el partido resultante implosionaría violentamente y se descompondría en neutrinos antes siquiera de haber conseguido siquiera elegir su comisión ejecutiva. Mas bien creo que si a algo debe comenzar a parecerse el PSOE es a internet, es decir, una estructura abierta, donde las tareas se realicen de forma colaborativa sin controles ni permisos y de forma generativa.¿Y es posible transformar el PSOE, una organización altamente jerárquica y centralizada en un modelo de partido-red sin perder eficacia? Yo creo que no es fácil, y que evidentemente es una tarea que deberá ser realizada en diferentes fases, pero con sinceridad creo que es posible, y a eso voy a dedicar los próximos posts en esta bitácora. No me cabe duda que el PSOE sigue siendo la única fuerza progresista de nuestro país con posibilidades de gobernar, pero su software se ha quedado anquilosado, necesita una urgente re-programación tanto de su código fuente como de nuevas apps y widgets que le permitan loguearse en estos nuevos tiempos. Porque sin un PSOE reprogramado en software libre y con sus líneas de código abiertas a la ciudadanía, será imposible conseguir el último objetivo, que no es otro que el de hackear el gobierno.

1.- De la necesidad de ampliar las formas de militancia

El PSOE ha evolucionado muy poco desde el punto de vista organizativo desde su 28congreso. El final de la dictadura franquista y el abandono de la clandestinidad alumbraron un partido cuyo mayor reto fue su articulación territorial, conseguida con notable éxito a los pocos años, de tal suerte que quedaron pocos pueblos en España sin su agrupación local del Partido Socialista. Una articulación que ha sido en buena medida responsable de su buen comportamiento electoral durante todos estos años. Para los que vivieron esa época, ( y para los que no) simplemente recordarles algunos pequeños detalles: En 1978 no solamente no existían los teléfonos móviles, sino que no todos los hogares españoles tenían teléfono fijo; ni siquiera se había inventado el fax, internet se popularizaría casi 20 años más tarde, y las redes de carreteras y ferrocarriles eran casi decimonónicas, se podían tardar perfectamente 8 horas recorriéndola distancia entre Bilbao y Madrid, y algo más entre Sevilla y la capital. Un viaje Barcelona Madrid superaba las 12 horas.

En esa época los ciudadanos se comunicaban por correo escrito, y si era muy urgente por telegrama, que en un lujo de velocidad, podía entregarse en el domicilio del destinatario en doce horas, pero cuyo precio era prohibitivo. Era una sociedad en la que los ciudadanos se relacionaba lentamente, y los gobiernos disponían de las únicas herramientas de comunicación masiva eficientes: El parte de RNE y el telediario de RTVE, la única televisión que existía. Los partidos políticos, casi recién nacidos, no tenían acceso a la ciudadanía salvo en periodos preelectorales , y su herramienta de comunicación de masas más sofisticada eran la “vietnamita” (también llamada ciclostil), una suerte de impresora a manivela con la que se editaban pasquines en tamaño A4 para ser buzoneados por el pueblo o la ciudad. En esa España que los más jóvenes solo conocen a través de series como “cuéntame”, el PSOE adoptó un esquema organizativo acorde a los tiempos, bien trabado, garantista y eficiente, que le permitía llegar a millones de ciudadanos en pocos días gracias a sus agrupaciones, y que por otro lado permitía equipos políticos estables y permanentemente articulados. Las casas del pueblo, tras nacer como verdaderas escuelas populares en las que se enseñaba a leer y a escribir a los trabajadores, pasaron durante esos años a ser centros de debate político en un país en el que ambos conceptos habían sido proscritos durante 40 años, lugares donde se aprendía democracia y se practicaba la militancia de forma abierta, convirtiéndose en verdaderos polos de atracción política para decenas de miles de ciudadanos que quería participar en el nuevo tiempo que estaba naciendo. Hoy, 34 años después, las cosas siguen casi igual, salvo por la introducción de los grupos sectoriales el esquema organizativo del PSOE y sus métodos para generar consensos internos, articular mayorías y definir programas sigue siendo básicamente los mismos.

Los años no han pasado en balde, la sociedad ha evolucionado de forma prodigiosa, y las formas de militancia que funcionaban durante esos años ya son parte de un pasado lejano. Si hoy le decimos a un joven de 18 años que su participación política tiene que realizarla exclusivamente en su agrupación local, acudir a inacabables debates sobre las cuestiones más peregrinas, escuchar tediosos discursos doctrinales y sobre todo que debe prescindir de toda capacidad de propuesta, ya que las mayorías tremendamente estables y conservadoras de las agrupaciones no quieren saber nada de moderneces y solo buscan mantener el statu quo, no tenemos ni una sola posibilidad de que permanezca afiliado más de dos semanas. Internet, las redes sociales y las herramientas de la llamada web 2.0 han abierto nuevas formas de debate y participación absolutamente ajenas al funcionamiento de los partidos. Nuevas formas de comunicación, de trabajo colaborativo permanente, de debate no presencial, de toma de decisiones colectivas, de implicación hiperlocal de ciudadanos que viven a miles de kilómetros; en definitiva, un nuevo territorio donde la política, si quiere sobrevivir, ha de adaptarse a un nuevo entorno en el que sus reglas de siempre ya no valen. Nuevas formas de compromiso social y político que han de construir necesariamente una nueva forma de militancia que conviva – al menos de momento- con la tradicional y que permita que una nueva generación se comprometa políticamente con sus propias herramientas y sus propios lenguajes. Pero de eso, hablaremos en el próximo post: “Reprogramar el PSOE para hackear el gobierno (III): Nuevas formas de participación”.

(continuará)

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